sábado, 30 de agosto de 2008



¡Que desgracia tan grande!
La princesa se quedó dormida y no existe en todo el Reino un príncipe para darla un beso que la despierte.
Monte Marina se quedó muy triste; los frondosos y verdes bosques, lloraban resina por sus troncos desconsoladamente por la durmiente. Las hadas derramaron gotas de diamantes. Los azules lagos gemían balanceando sus aguas, acunando su dolor. Los Regentes (que no reyes) se hallaban desolados. Los dignatarios les pedían que, inmediatamente, buscaran una nueva princesa, pues el Reino no podía sobrevivir sin ella gobernando el Principado. Pero estos no encontraban la idoneidad de ninguna de las candidatas.
El Reino fue creciendo, vinieron muchos habitantes nuevos buscando la prosperidad de sus tierras, pero se había vuelto un lugar triste; la gente no se comunicaba entre ellos. No faltaron posibles candidatas al puesto de Princesa, pero los Regentes seguían esperando el milagro de que su amada niña regresara algún día y ocupara nuevamente su trono.
Pasaron los días…las estaciones….los años. En Otoño caían las hojas de los árboles….en Invierno se enfrentaban desnudos a la lluvia y al gélido viento. Luego, al llegar la Primavera, lucían diminutos y brillantes botones del color de las esmeraldas. Más avanzada la estación comenzaban a dar hojas grandes y vistosas para dar sombra fresca al caminante. Las aguas azules como el cielo en una mañana de verano, se entibió para luego enfriarse con las nuevas estaciones. Las hadas cantaban en corros tratando de alegrar a los mortales. Pero los Regentes se hacían viejos y no encontraban consuelo para la pena y el dolor de su niña dormida. Entonces, el país de Monte Marina, se fue envolviendo en brumas y se diluyó del resto del mundo. La fronda de sus bosques se hizo maraña intransitable por la que ningún caminante se atrevía a cruzar. Los Regentes murieron después de una larga vida y el Reino fue, poco a poco, consumiéndose, porque la Princesa de Monte Marina se durmió una tarde y no hubo un Príncipe Azul que la diera un beso que la despertase.

lunes, 25 de agosto de 2008

Ojala que la Tierra me convierta en arbol




Tal vez hoy me acaricie el viento,
o quizás pase la luna por mi ventana,
o las cenizas de mis ancestros me guíen.
Tal vez quiera la Tierra dejar que me convierta en árbol
porque las plantas de los pies me queman.
Siempre caminé como polvo por el desierto
buscando la luz que me calmara esta sed
que arrastro a cada paso.
Ni la sangre del río me aplaca.
Hoy tampoco me hablan las montañas,
será que se cansaron de hacerlo
y su silencio duele más que su furia.
Tal vez mañana sea otro día, o quizás no.
¿Que fue de aquellos lugares donde
se aprendía a vivir?
¿Que pasó con los valles que evoco?
¡Hoy no los conozco!
Quedaron perdidos en su pasado.
¡Que dolor me sube por la garganta!
Ni el pan del recuerdo me calma,
hoy estoy perdido en el último rincón del tiempo.
¡Ojala la Tierra deje que me convierta en árbol!

miércoles, 6 de agosto de 2008

Que poco nos llevamos






Que poco nos llevamos
todo lo que dejamos en esta tierra que nos acoge.
Desde el mismo rincón de la vida,
sembramos caminos de azucenas;
lanzamos palabras para que las esparza el viento
allí donde moramos, montamos campamentos de
helechos verdes, acunamos ilusiones a cada paso.
Nos volvemos hacedores de sueños. En cada tormenta de barro
sentimos la vibración del universo bajo nuestros pies,
y hacemos caminos donde la piedra se convierte en sal
de tanto trillar la palabra.
Nacemos, morimos, pero la energía de las estrellas sigue su rumbo.
Nuestra sustancia impregna cada amanecer
y las auroras boreales colorean las mañanas,
las puestas de sol caen anunciando el paso de un ciclo
y se despiden de la luz para dar paso al crepúsculo.
Y así vagamos y a cada paso llenamos las alforjas de agua
que vamos soltando en senderos de turbios recuerdos.
¡Que poco nos llevamos cuando la luz se apaga!

sábado, 2 de agosto de 2008

Madrugas de ausencias



Se llenaron de ausencia
mis madrugadas.
Mis manos se cruzan y tropiezan entre ellas,
dibujando vacíos…..
Te prometí desgastar contigo
todos mis besos,
pero me quedó néctar en los labios
y no sé cómo entregarlo.
Te abrí la llave de la libertad,
y te crecieron alas…
tu nobleza es tal, que seguro volveremos
a encontrarnos.
Espero reconocerte...
Que seas la rama del árbol
y yo el ave que hace su nido
al amparo de su ramaje.
Fue tan corto el encuentro,
me quedó tanto por darte…
De ausencia se me llenaron las madrugadas.


Katyuska
18-11-1995/1-08-2008